EL ALMANAQUE DE MI PADRE



Un pasado debe ser tan familiar que se lo pueda revivir mecánicamente y tan inesperado que nos sorprenda cada vez que volvamos a él: entonces es apto para la fantasía
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Cesare Pavese










martes, 27 de julio de 2010

Mi padre tenía una mirada tierna que en un santiamén se tornaba en una mirada algo esquiva, retorcida y melancólica hasta decir basta. Sus cejas eran delatoras, y aún recuerdo verlo jugar con ellas. Ahora levanto una, ahora levanto la otra. La mirada de mi padre era reconfortante siempre.

Nota 1: acabo de recordar el tacto de esa camisa que lleva en la foto, que llevó muchos años después y era sedosa como pocas.

Nota 2: me hace mucha gracia ese extraño trío de pelos que le cae en la frente en esta foto, en plan Clark Kent. Ni planeado le vuelve a salir así, oiga.

sábado, 17 de julio de 2010

Mi padre en su playa favorita con su sobrina, mi actual prima. Me gusta el peinado de mi padre, esa raya al lado que yo le copié hace años. Esta foto me transmite la tranquilidad del verano, el dolce far niente de jugar con la arena, dejarse tostar por el sol y olvidarse de todo lo demás.

viernes, 9 de julio de 2010

Rafael Botana Arqued el 16 de octubre de 1960 con su preciosa Vespa

Mi padre quería tener una moto, quería correr como Steve McQueen y llegar hasta Italia en su Vespa. A los 18 años la compró y medio año después se estrelló. Una furgoneta apareció en el cruce entre la Via Leietana y la calle Sant Pere més baix y se lo llevó por delante. Entró en el hospital clínicamente muerto, apenas sin constantes vitales. Mi abuelo salió de la fábrica corriendo, mi abuela dejó de coser y con su hija salieron pitando hacia el hospital. Entonces la época y las tradiciones se impusieron, y el médico de urgencias les invitó a llamar a un cura para hacerle la extremaunción a mi padre. No tenía muchas posibilidades de salir de esta -confirmó el doctor- , a pesar de que el choque no fue a gran velocidad. ¡La extremaunción! Extrema unción, el acabóse. El último adiós, aquello de “si tiene usted algo que confesar, dígalo ahora que está delante de un representante de la Santa Iglesia”. Alucinante, cuando me lo explicaban de pequeño no daba crédito. Ahora lo veo todo claro, y supongo que eso le ayudó a salir del trance. A mi me hubiera pasado lo mismo. Si en mi supuesto lecho de muerte veo a un señor con sotana y una Biblia en la mano, me levanto y salgo corriendo al instante. Creo que su odio al estamento religioso y a las religiones le hizo recuperarse. Diez días después mi padre seguía su vida (años después volvería a comprarse otra Vespa y efectivamente volvería a estrellarse: pero eso ya es otra historia y debe contarse en otra ocasión). Mi padre era ateo gracias a Dios.

domingo, 4 de julio de 2010

Hipotenusas (y algún que otro cateto)


Venga, lo digo ya: nunca hice ningún trabajo de dibujo técnico. Fue él, mi padre, quien los hizo todos. Y yo con nota destacada aprobando y sirviendo de ejemplo para el resto de alumnos. Y el profe cayendo en la trampa. Que si el lápiz de dureza H2, que si la escuadra y el cartabón, el compás, la tinta china, que si el Rotring de punta 4 y yo qué sé más. Nunca hice nada. Y él encantado, me los acababa en diez minutos y me explicaba cómo lo hacía, pero nunca me presionó para que “a la próxima” me lanzase a hacerlo yo. Mejor, honestly, que fuese así.

Me encantaban los cuadernos de vacaciones, qué se le va a hacer...