Mi padre tenía una mirada tierna que en un santiamén se tornaba en una mirada algo esquiva, retorcida y melancólica hasta decir basta. Sus cejas eran delatoras, y aún recuerdo verlo jugar con ellas. Ahora levanto una, ahora levanto la otra. La mirada de mi padre era reconfortante siempre.
Nota 1: acabo de recordar el tacto de esa camisa que lleva en la foto, que llevó muchos años después y era sedosa como pocas.
Nota 2: me hace mucha gracia ese extraño trío de pelos que le cae en la frente en esta foto, en plan Clark Kent. Ni planeado le vuelve a salir así, oiga.
martes, 27 de julio de 2010
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