Un verano de 1985 mi padre tuvo que ponerse gafas por algún problema normal de la edad (hipermetropía o algo así). Se me apareció en la habitación con las gafas puestas preguntándome qué tal le quedaban. Y yo, mirando primero a mi hermano y a mi padre después, casi eché a llorar. De repente mi padre se había hecho mayor. Puede parecer una tontería, pero la cara de mi padre con las gafas de "señor mayor" me destrozó. Cuando eres niño vives con una serie de limitaciones e ideas preconcebidas realmente estúpidas. Para mi, el hecho de ver a mi padre llevando gafas, era signo de vejez, el signo de los tiempos, el paso de una etapa a otra, el final de mi padre como "un cuarentón" a "un señor con gafas, tripita y algo encorvado". Muy feo por mi parte, pero así lo veía en aquel momento.
miércoles, 23 de junio de 2010
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