EL ALMANAQUE DE MI PADRE



Un pasado debe ser tan familiar que se lo pueda revivir mecánicamente y tan inesperado que nos sorprenda cada vez que volvamos a él: entonces es apto para la fantasía
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Cesare Pavese










domingo, 31 de octubre de 2010


Mi padre era muy poco corporativo. Recuerdo que evitaba las convenciones, las reuniones de equipo y toda esa bullshit. Pero en una ocasión no pudo escaquearse. El programa venía de Estados Unidos y su empresa estaba afectada. Infectada, diría yo. Les tocó ir a escuchar a uno de los gurús del Dale Carnegie. Liderazgo y esas cosas. Hablamos de 1985 aproximadamente, y eso en España era novedad. Era lo más. Era un privilegio recibir una master-class de alguien "educado" con el rollo Dale Carnegie. Ahora que lo pienso, la escuela de Dale Carnegie fue el comienzo de todo. De TODO lo chungo que ahora rodea a las empresas y sus integrantes, todo lo que empapa y vicia las relaciones laborales y los convierte en "equipos" y esas cosas tan discutibles. Recuerdo que papá volvió a casa como abducido. Se tomó una cerveza. Se tomo dos. Nos explicó toda la sesión, toda la semana con el "dale que te pego" y los intentos de sus jefes de convertirlos en comerciales de primer nivel, hombres de provecho, business-men españolitos con menos de diez años de democracia a sus espaldas que debían recibir lecciones de americanos neo-con del carajo. A la tercera cerveza, Dale Carnegie desapareció de su vida. Y de la nuestra.

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