Hoy hace diez años que mi padre falleció. Fue una mañana rarísima, cómo no iba a serlo. Pero es que además me equivoqué: me presenté directamente en el Cementerio de Montjuïch y toda mi familia y amigos estaban en el Velatorio de Sancho de Ávila, ese sitio donde gente que conoces y gente que no conoces te dice que conocían o no a tu padre y que lo sienten mucho y que “paloquesea” y que “paloquehagafalta” y que tal y que cual. No eran épocas de tener teléfonos móviles y localizarse en un santiamén, no. Yo estaba plantado dentro del cementerio de Montjuïch, dando vueltas a los féretros, las tumbas y los panteones; con ese olor a tierra húmeda, viendo a mucha gente llorando al pasar por mi lado y esperando a mi padre muerto. Llegué a pensar que me había equivocado de día (“¡Pero oiga, que le juro que mi padre se ha muerto hoy!”: parece un chiste del gran Gila). También llegué a pensar que quizá mi progenitor no se había muerto y, al fin y al cabo, todo eran alucinaciones mías. Pero no. Una hora más tarde veo aparecer coches familiares y alguien gritándome: “¿Pero dónde estabas?”. Todo muy ridículo, triste y cutre. Un desencuentro familiar (¿cómo no iba a serlo?) y tres abrazos y achuchones después, me veo volviendo a mi casa en el coche de no recuerdo qué primo mío. Soltamos unas carcajadas, de eso sí me acuerdo. Reírse con la muerte, no de la muerte ni de los muertos. Reírse porque no sabes qué hacer ni decir. Y entras en un coche y alguien suelta un chascarrillo y es justo lo que necesitas para desahogarte y echarte unas risas a la salud del padre muerto. Diez años sin mi padre, y de una forma u otra cada día pienso en él.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
viernes, 26 de noviembre de 2010
Este actorazo no se parece a mi padre, pero tiene el aire de padre que tenía el mío. Y una raya al lado muy de mi padre.
Ayer pensaba que llevo más tiempo vital sin padre que con padre. Bueno, cronológicamente hablando no, pero sí a nivel emocional. Hace mucho tiempo que no sé lo que es tener la sensación de tener un padre, de vivir con él, de hablar con él, comer con él, interactuar con mi padre y con otros padres. Pienso que, en general, no sé relacionarme con los padres de mis amigos o padres de conocidos o señores de la edad que tendría mi padre. No soy bueno con las familias en general, no me siento cómodo en casas de otras personas, especialmente cuando está toda la familia reunida (¡se acerca navidad!) y me sabe mal, pero es así.
domingo, 31 de octubre de 2010
Mi padre era muy poco corporativo. Recuerdo que evitaba las convenciones, las reuniones de equipo y toda esa bullshit. Pero en una ocasión no pudo escaquearse. El programa venía de Estados Unidos y su empresa estaba afectada. Infectada, diría yo. Les tocó ir a escuchar a uno de los gurús del Dale Carnegie. Liderazgo y esas cosas. Hablamos de 1985 aproximadamente, y eso en España era novedad. Era lo más. Era un privilegio recibir una master-class de alguien "educado" con el rollo Dale Carnegie. Ahora que lo pienso, la escuela de Dale Carnegie fue el comienzo de todo. De TODO lo chungo que ahora rodea a las empresas y sus integrantes, todo lo que empapa y vicia las relaciones laborales y los convierte en "equipos" y esas cosas tan discutibles. Recuerdo que papá volvió a casa como abducido. Se tomó una cerveza. Se tomo dos. Nos explicó toda la sesión, toda la semana con el "dale que te pego" y los intentos de sus jefes de convertirlos en comerciales de primer nivel, hombres de provecho, business-men españolitos con menos de diez años de democracia a sus espaldas que debían recibir lecciones de americanos neo-con del carajo. A la tercera cerveza, Dale Carnegie desapareció de su vida. Y de la nuestra.
jueves, 14 de octubre de 2010
Tengo toda mi vida en fotos. Mi padre no salía de casa sin su cámara al hombro. Jamás.
Repaso los álbumes familiares y me quedo atónito de todo lo que ahí se ve y percibe. Es realmente extraño tener toda tu vida reflejada en fotos ya amarillentas, algunas casi incoloras, otras más definidas. Podría jurar que desde el nacimiento hasta los diecisiete años tengo retratos de cada mes de mi vida. Y eso no es ninguna broma. Pienso en mi padre con la cámara, disparando, haciendo bromas para que sonriéramos, buscando el mejor enfoque, subiendo aquí, agachándose allá, y me pongo melancólico. Qué tiempos.
Ah, pero ¿qué pasa siempre que hay alguien que se encarga de hacer TODAS las fotos de tu vida?
¡Pues que nunca sale en las mismas!
De mi padre tengo fotos de su etapa de soltero y poco más. Fotos preciosas por otro lado. Y quizá alguna foto con auto-disparador y fotos hechas en casas de familiares y amigos (fotos malas, no nos vamos a engañar). Me da rabia no tener fotos buenas de mi padre, fotos que mi padre se hubiera hecho a sí mismo si no fuera él mismo. Qué lío.
En fin, que repaso fotos.
Repaso los álbumes familiares y me quedo atónito de todo lo que ahí se ve y percibe. Es realmente extraño tener toda tu vida reflejada en fotos ya amarillentas, algunas casi incoloras, otras más definidas. Podría jurar que desde el nacimiento hasta los diecisiete años tengo retratos de cada mes de mi vida. Y eso no es ninguna broma. Pienso en mi padre con la cámara, disparando, haciendo bromas para que sonriéramos, buscando el mejor enfoque, subiendo aquí, agachándose allá, y me pongo melancólico. Qué tiempos.
Ah, pero ¿qué pasa siempre que hay alguien que se encarga de hacer TODAS las fotos de tu vida?
¡Pues que nunca sale en las mismas!
De mi padre tengo fotos de su etapa de soltero y poco más. Fotos preciosas por otro lado. Y quizá alguna foto con auto-disparador y fotos hechas en casas de familiares y amigos (fotos malas, no nos vamos a engañar). Me da rabia no tener fotos buenas de mi padre, fotos que mi padre se hubiera hecho a sí mismo si no fuera él mismo. Qué lío.
En fin, que repaso fotos.
lunes, 4 de octubre de 2010
"Autódromo", de Octavio Botana
"El “Autódromo” es un lugar que existe más allá de su condición física, es aterritorial. No podría haber concebido el cuento en otro espacio que no fuera ése. El hecho de que sea redondo, ovalado más bien, le confiere un aspecto de eterno retorno, de espacio sagrado al que volver una y otra vez, al que retornas sin ni siquiera darte cuenta, como un bucle temporal que te encalla y te devuelve a la madriguera. En el autódromo suceden cosas que los tres protagonistas no logran entender, pero no importa. En el prefacio-espejo se dicen cosas al respecto de la veracidad de la historia. Como con mi padre, todo es ficción y realidad, según el prisma utilizado para mirar. Mi padre es protagonista indirecto de la novela. Ahora mismo -en plan Orfeo//Eurídice- bajaría a buscar a mi padre para que volviese unas horas y se leyese la novela. Luego la comentaríamos (seguro que no le gustaría mucho, no le apasionaba la fantasía, you know…) y nos echaríamos unas risas durante un rato. La novela está dedicada a mis hermanos, y es también un claro homenaje a mi padre, a los padres, a mi familia, a las familias."
lunes, 20 de septiembre de 2010
Un chico me paró ayer en un cajero automático. Se gira -mientras saca su tarjeta de crédito- y me dice: "¡Hombre, Valentín!". Yo me quedo a cuadros y él advierte -por mi cara, deduzco- que se ha confundido de persona. Se disculpa y me dice aquello de "...perdona, te parecías mucho a un amigo mío y bla bla bla...". Yo sigo a la mía y pienso: "este chico no sabe que mi abuelo paterno se llamaba Valentín, claro, qué curioso". Y me ha hecho pensar en un parecido físico más allá del tiempo y el espacio, en una especie de bucle que me lleva a ser reconocido con las facciones de mi abuelo (fallecido en los años sesenta) por un tipo de unos veinticinco años en 2010. Buf. ¿Argumento para novela cross-time? ¿Tontería para olvidar? Valentín Botana vino a Barcelona desde Santiago de Compostela con sus trece hermanos allá por los años veinte, y tiene una historia realmente interesante que siempre he querido relatar. Mmm...
jueves, 9 de septiembre de 2010
Not the End
Recuerdo un slogan tontorrón de hace mucho tiempo, uno de esos que se ven en las manifestacions en contra de acontecimientos que no procede aplaudir. Rezaba así: "No hay nada que celebrar". Y es cierto, en general no hay nada que celebrar, pero no nos pongamos crípticos, hay cosas por las que vale la pena un brindis: amores que aparecen cuando menos lo esperas, novelas maravillosas que salen a la venta, discos que aparecen justo cuando los esperabas, cenas inolvidables, reuniones con amigos. En tres meses se cumplirá el décimo aniversario de la muerte de mi padre. ¿Celebrar la muerte? En todo caso lamentarse de la pérdida, ¿no? ¿Por qué demonios se celebran las muertes? Las fechas que deben recordarse son las que dieron nacimientos de personas que queremos, no las que finalizaron con sus vidas. Sé que me llamará alguien de la familia y no hará falta. Sé que estaré triste y tampoco hará falta. No hay nada que celebrar y ahora mismo me pongo aquella canción.
sábado, 14 de agosto de 2010
A mi padre le gustaba el realismo. En literatura y en la vida. Fantasías, las mínimas. "Realismo mágico para los tontos", decía. "¿Surrealismo? Nah..." La realidad le ofrecía suficientes estímulos, y la literatura realista más. Adoraba a Galdós y a Zola. Recuerdo aquél verano que casi se ventiló los "Episodios Nacionales" entre junio y septiembre. No bromeo, leía a la velocidad de la luz y los tomos iban cayendo. Yo no daba crédito del ritmo de lectura. Y luego hablaba con mi madre al respecto, porque ella también se enganchó a Galdós, claro, y entre los dos repasando la historia de España. Genial. Hoy empiezo a leer a Zola, algo que me han regalado y que tengo muchas ganas de disfrutar. "Roma", casi ochocientas páginas. Verano, here I go!
martes, 27 de julio de 2010
Mi padre tenía una mirada tierna que en un santiamén se tornaba en una mirada algo esquiva, retorcida y melancólica hasta decir basta. Sus cejas eran delatoras, y aún recuerdo verlo jugar con ellas. Ahora levanto una, ahora levanto la otra. La mirada de mi padre era reconfortante siempre.
Nota 1: acabo de recordar el tacto de esa camisa que lleva en la foto, que llevó muchos años después y era sedosa como pocas.
Nota 2: me hace mucha gracia ese extraño trío de pelos que le cae en la frente en esta foto, en plan Clark Kent. Ni planeado le vuelve a salir así, oiga.
Nota 1: acabo de recordar el tacto de esa camisa que lleva en la foto, que llevó muchos años después y era sedosa como pocas.
Nota 2: me hace mucha gracia ese extraño trío de pelos que le cae en la frente en esta foto, en plan Clark Kent. Ni planeado le vuelve a salir así, oiga.
viernes, 9 de julio de 2010
Mi padre quería tener una moto, quería correr como Steve McQueen y llegar hasta Italia en su Vespa. A los 18 años la compró y medio año después se estrelló. Una furgoneta apareció en el cruce entre la Via Leietana y la calle Sant Pere més baix y se lo llevó por delante. Entró en el hospital clínicamente muerto, apenas sin constantes vitales. Mi abuelo salió de la fábrica corriendo, mi abuela dejó de coser y con su hija salieron pitando hacia el hospital. Entonces la época y las tradiciones se impusieron, y el médico de urgencias les invitó a llamar a un cura para hacerle la extremaunción a mi padre. No tenía muchas posibilidades de salir de esta -confirmó el doctor- , a pesar de que el choque no fue a gran velocidad. ¡La extremaunción! Extrema unción, el acabóse. El último adiós, aquello de “si tiene usted algo que confesar, dígalo ahora que está delante de un representante de la Santa Iglesia”. Alucinante, cuando me lo explicaban de pequeño no daba crédito. Ahora lo veo todo claro, y supongo que eso le ayudó a salir del trance. A mi me hubiera pasado lo mismo. Si en mi supuesto lecho de muerte veo a un señor con sotana y una Biblia en la mano, me levanto y salgo corriendo al instante. Creo que su odio al estamento religioso y a las religiones le hizo recuperarse. Diez días después mi padre seguía su vida (años después volvería a comprarse otra Vespa y efectivamente volvería a estrellarse: pero eso ya es otra historia y debe contarse en otra ocasión). Mi padre era ateo gracias a Dios.
domingo, 4 de julio de 2010
Hipotenusas (y algún que otro cateto)
Venga, lo digo ya: nunca hice ningún trabajo de dibujo técnico. Fue él, mi padre, quien los hizo todos. Y yo con nota destacada aprobando y sirviendo de ejemplo para el resto de alumnos. Y el profe cayendo en la trampa. Que si el lápiz de dureza H2, que si la escuadra y el cartabón, el compás, la tinta china, que si el Rotring de punta 4 y yo qué sé más. Nunca hice nada. Y él encantado, me los acababa en diez minutos y me explicaba cómo lo hacía, pero nunca me presionó para que “a la próxima” me lanzase a hacerlo yo. Mejor, honestly, que fuese así.
miércoles, 23 de junio de 2010
De repente se hizo mayor
Un verano de 1985 mi padre tuvo que ponerse gafas por algún problema normal de la edad (hipermetropía o algo así). Se me apareció en la habitación con las gafas puestas preguntándome qué tal le quedaban. Y yo, mirando primero a mi hermano y a mi padre después, casi eché a llorar. De repente mi padre se había hecho mayor. Puede parecer una tontería, pero la cara de mi padre con las gafas de "señor mayor" me destrozó. Cuando eres niño vives con una serie de limitaciones e ideas preconcebidas realmente estúpidas. Para mi, el hecho de ver a mi padre llevando gafas, era signo de vejez, el signo de los tiempos, el paso de una etapa a otra, el final de mi padre como "un cuarentón" a "un señor con gafas, tripita y algo encorvado". Muy feo por mi parte, pero así lo veía en aquel momento.
lunes, 21 de junio de 2010
lunes, 14 de junio de 2010
Mi padre es Jean Rochefot pero también es Robert Wagner, Harry Dean Stanton, Marcello Mastroiani, John Wayne, un vecino con el que me cruzo todas las mañanas y, por encima de todos ellos, mi padre es Humprey Bogart en "The Harder They Come".
Y es que en todos ellos veo rasgos, gestos, facciones o miradas de mi padre.
Conservo vigorosos recuerdos de papá, muchos al verlos reflejados en mí, otros en mis hermanos y, casi la mayoría, en mis sueños. Desde su olor corporal a ciertas muletillas, su modo de caminar -entre chulesco y despistado-, su manera de mirar a las personas, su risa socarrona.
Me perdí muchos años de mi padre, años en los que hubiera necesitado sus miradas y sus sentencias. Pero elegí mal.
Y es que en todos ellos veo rasgos, gestos, facciones o miradas de mi padre.
Conservo vigorosos recuerdos de papá, muchos al verlos reflejados en mí, otros en mis hermanos y, casi la mayoría, en mis sueños. Desde su olor corporal a ciertas muletillas, su modo de caminar -entre chulesco y despistado-, su manera de mirar a las personas, su risa socarrona.
Me perdí muchos años de mi padre, años en los que hubiera necesitado sus miradas y sus sentencias. Pero elegí mal.
Papá mirando por el balcón un caluroso verano de 1958. Me encanta esta foto.
viernes, 11 de junio de 2010
A mi padre le gustaba mirar. Vivió mucho tiempo en un piso alto y, aunque su habitación daba a un callejón estrecho y sin luz, tenía unas vistas interesantes desde el balcón principal.
Luego, cuando fundó su familia, también miraba desde el balcón que teníamos. Recuerdo llegar del cole, del instituto o de donde fuera, y mi padre siempre estaba ahí, en el balcón, fumando, observando a la gente, leyendo, regando las plantas, divagando, viendo la vida pasar.
Luego, cuando fundó su familia, también miraba desde el balcón que teníamos. Recuerdo llegar del cole, del instituto o de donde fuera, y mi padre siempre estaba ahí, en el balcón, fumando, observando a la gente, leyendo, regando las plantas, divagando, viendo la vida pasar.
lunes, 7 de junio de 2010
Algo no va bien cuando llegas una noche a casa, tambaleándote como un cosaco, buscando la llave, buscando la puerta y, de repente, ves a tu padre durmiendo la mona en el rellano.
Mi tendencia a la autodestrucción es hereditaria, pero tengo la grandiosa suerte de tener un cuerpo intolerante a casi todo lo malo. Gracias, gracias, gracias.
Mi tendencia a la autodestrucción es hereditaria, pero tengo la grandiosa suerte de tener un cuerpo intolerante a casi todo lo malo. Gracias, gracias, gracias.
lunes, 31 de mayo de 2010
domingo, 30 de mayo de 2010
Me hubiera gustado compartir muchas más cosas con mi padre. Durante el tiempo de nuestro reencuentro comenzó un goteo de confesiones y acercamientos varios, intentando reestablecer una relación oxidada por…por…por terceras personas y por la distorsión de lo que yo he decidido llamar “la historia verdadera”.
sábado, 29 de mayo de 2010
Mi padre era un hombre de barra fija. Lo que llamo un “hombre tranquilo”. Creo que en el fondo soy bastante parecido, aunque puedo parecer distinto a ojos de los demás (soy un tipo nervioso, me muevo rápido, me canso rápido). Incido de nuevo en el destino genético. La edad me acerca a él por caminos que no imaginaba jamás.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Es algo después cuando uno empieza a darse cuenta de la inutilidad de alejarse de aquello que lleva en los genes. Pretender ocultar un carácter, intentar socavar una actitud, demoler unos tics. Todos hemos querido evitar parecernos a nuestros progenitores en algún momento. Pobres ingenuos. Lo que está en la sangre, permanece.
Libros que uno lee cuando cree que odia -y no tiene la más mínima posibilidad- a sus padres, a ambos o por separado:
“Carta al padre”, de Franz Kafka
“Pierre o las ambigüedades”, de Herman Melville
“Hamlet”, de un tal William
“Tú llevas mi nombre”, de Norbert y Stephan Lebert
“Te joden vivo”, de Oliver James
“Vida de este chico”, Tobias Wolff
Toda la obra de Patrick Modiano
“Solo en el mundo”, Hisham Matar
“El extranjero”, de Albert Camus
“El libro de mi padre”, de Urs Widmer
“Fun Home”, de Alison Bechdel
“Al almanaque de mi padre” y casi toda la obra de Jiro Taniguchi
Y muchos más que ya saldrán.
Libros que uno lee cuando cree que odia -y no tiene la más mínima posibilidad- a sus padres, a ambos o por separado:
“Carta al padre”, de Franz Kafka
“Pierre o las ambigüedades”, de Herman Melville
“Hamlet”, de un tal William
“Tú llevas mi nombre”, de Norbert y Stephan Lebert
“Te joden vivo”, de Oliver James
“Vida de este chico”, Tobias Wolff
Toda la obra de Patrick Modiano
“Solo en el mundo”, Hisham Matar
“El extranjero”, de Albert Camus
“El libro de mi padre”, de Urs Widmer
“Fun Home”, de Alison Bechdel
“Al almanaque de mi padre” y casi toda la obra de Jiro Taniguchi
Y muchos más que ya saldrán.
sábado, 15 de mayo de 2010
Una mezcla de olor a tinta china y tabaco, con toques de colonia familiar. Ése es el olor que recuerdo de mi padre cuando llegaba a casa y me daba dos besos. Mi padre era delineante técnico, una profesión que ahora vendría a ser como "creativo" o algo así (?). Se sentaba en su escritorio -tanto el de la oficina como el de casa- y se inclinaba mucho, casi pegado a la hoja en blanco, para dibujar y dibujar, algo que además de hacer bien le relajaba. Ver a mi padre en su escritorio es una imagen que no se me borrará jamás. Un trabajo manual, silencioso, casi zen y muy muy solitario.
Mi padre en su oficina (es el más a la derecha). Ciertamente se inclinaba mucho para dibujar.
miércoles, 12 de mayo de 2010
Es curioso cómo la vida te guiña el ojo.
Las siglas de mi padre son R.B.A., y esas son las siglas de la empresa donde trabajé tres años ciertamente extraños emocionalmente. Tres años después de su muerte. Luego me entero que el primer cliente de mi padre vivía en la misma calle donde vivo ahora mismo. Una calle a la que mi padre le tenía un especial cariño, por aquello de la suerte y tal.
Pero esto es sólo el principio, claro. Si empiezo a rascar, aparecen coincidencias, puntos de unión y nexos varios que otro día comentaré.
Las siglas de mi padre son R.B.A., y esas son las siglas de la empresa donde trabajé tres años ciertamente extraños emocionalmente. Tres años después de su muerte. Luego me entero que el primer cliente de mi padre vivía en la misma calle donde vivo ahora mismo. Una calle a la que mi padre le tenía un especial cariño, por aquello de la suerte y tal.
Pero esto es sólo el principio, claro. Si empiezo a rascar, aparecen coincidencias, puntos de unión y nexos varios que otro día comentaré.
lunes, 10 de mayo de 2010
martes, 4 de mayo de 2010
A mi padre le gustaba sentarse en lugares poco habituales, y yo he cogido esa costumbre.
Recuerdo verlo incluso estirado en el suelo de casa, en verano -aquellos veranos de los años ochenta- relajado, pensando en las musarañas (esta expresión es muy de mi padre). Yo le preguntaba por el motivo de su postura y él decía:
"En el suelo se está muy cómodo. Pruébalo. Se piensa mejor".
Y a día de hoy sigo replicando este acto, en verano o invierno, da igual. Me gusta.
martes, 27 de abril de 2010
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